martes, 24 de junio de 2008

Extraído de: Memorias de una princesa rusa..(ke ganas haberlo escrito yo!)

"Nuestras relaciones íntimas duraban ya unas semanas y de alguna manera se había desgastado la novedad de nuestro apareamiento. Siempre inclinada a nuevas satisfacciones, creí detectar en mi joven amante una inclinación por los encantos de mi trasero. Lejos de tratar de disuadirlo, di satisfacción a su capricho y, orientando su potente vara bien lubricada, accedí a que insertara el glande en esa ruta de placer prohibida. Presionando, empujando e insinuando suavemente su miembro cartilaginoso, me penetró y así sumamos la sodomía a nuestro delicioso delito. XXXX yacía suspirando, con la cabeza sobre mi hombro desnudo y el aliento caliente en mi cuello. Con su mano me excitó más mis partes hinchadas, y manteniendo una delicada y palpitante presión en todo momento, introdujo por fin toda la longitud de su pene en mis entrañas.



Decir que gocé transmite apenas una débil idea del torbellino de mis sensaciones. Al principio el dolor fue agudo y mareante. Apreté los dientes y hundí las uñas en los cojines. Pero nada desconcertó a mi héroe. Sentí palpitar y empinarse más aún la barra de hierro en la funda ceñida; el cosquilleo de su dedo activo palió mi alarma. De inmediato el placer se alzó triunfante; su mano produjo la culminación del placer, le entregué mi camino prohibido y él, hundido hasta lo más profundo, llenó mi interior (literalmente mis entrañas) con una ardiente inundación de esperma."

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